Un aspecto presente en las historietas de Sálvat es sin
duda, las motos. Cuando imaginaba estas historias me la pasaba mirando revistas
del Paris Dakar. Claro, cuando de verdad las motos salían de Francia para
terminar en África cruzando el Sahara. Las modificaciones en las motos de esos
tiempos eran muy grotescas. Daban a los vehículos un aspecto descuidado de
hecho a las apuradas. Aparte que el desierto arruinaba la pintura, las gomas y
hasta los pilotos. Hoy las motos parecen modelos a escala, casi impecables con
cámaras siguiéndolos todo el tiempo. En el antiguo París Dakar había muertes
siempre, secuestros, perdidos y trampa. Era algo feo muy alejado del deporte
con muchos accidentados, pero la aventura real era innegable. Algunas lo
llamaban la última gran aventura. Bueno, yo miraba esas revistas pensando cómo serían
las motos de Sálvat y sus amigos. Y me enamoré de la Yamaha XT 600. No la que
se vendía, sino la preparada que lucia robusta, pesada, indestructible. Las marcas
japonesas me gustaban todas, igual las alemanas y alguna que otra italiana.
Nunca me banqué mucho las yanquis. No porque no me gustaran la Harley, me encantan,
pero nunca pude imaginarlas en el desierto y menos con armas montadas. Igual, dibujé
varias choperas en el comic de Sálvat, je, je.
Tenía diseñadas unas cuatro o cinco motos cuando un amigo
me obsequió una revista de modelismo donde una persona armaba un diorama con
motos del post holocausto. El tipo tenía ideas muy locas como motos armadas con
motores de avión o v8. En la misma época vi Akira y eso si me cambió la idea.
La moto de Kaneda era una masa. Realmente futurística, también de Bublegumn
Crisis. Ya no eran bloques de cuatro líneas como los ciclones de robotech, eran
motos con muchos detalles que tenían motor,
mandos para acelerar y hacer cambios o frenar. Escapes. Amortiguaciones,
todo.
El aspecto de mis motos cambió con estas nuevas
influencias, pero no quería alejarme de un aspecto funcional, no quería que las
motos se transformaran en juguetes, tenían que verse como vehículos, al verlas
era fundamental para mí que el lector
crea que esas cosas funcionaban. Hice muchos bocetos. Y cree varias viñetas
cuando publique los cuentos en internet. Fue entonces que me sentí influenciado
otra vez cuando vi Final Fantasy. Creo que eso era casi lo que estaba buscando.
Yo pensaba que las motos de estos relatos eran compañeras inseparables, como
los caballos de los gauchos. Algo que me gustó añadir fue monitores en el cockpit,
algo así como una computadora de navegación en las motos.
Hice las motos de los malos de turno, una para un
personaje que aparece en varias aventuras llamada Gisela y una especie de
Tenere para Sálvat.
Entonces después de escribir nueve cuentos dejé pasar medio año y comencé una nueva serie donde Sálvat buscaba sus orígenes, pero lo haría con una moto parlanchina que se convertiría en su colega y escudero en todas las nuevas aventuras. Sandy la moto robot. Pensaba en una moto capaz de viajar por el mundo. Y existían motos así. Hojeando revistas viejas encontré el reportaje a un hombre que estaba dando la vuelta al mundo, allá por los años ochentas en una Honda Goldwing Interstate. Para quien conoce esa moto, tiene un carenado futurístico, parece una casa rodante, y era justo lo que yo quería. Amplios portaequipajes, un asiento cómodo del estilo de las Halley, pero en una moto con apariencia japonesa. Diseñarla tomó hacer muchos dibujos, descartar montones de bocetos. Miles de bosquejos tirados. No quería una moto reconocible, tenía que ser algo así como una dream bike, Algo de exhibición. Además desde el vamos tenía que llevar dos ametralladoras y dos lanza misiles. Después de encontrar donde poner esto se me ocurrió hacerle tres cascos al carenado, usualmente las motos grandes llevan solo dos. También me encantaba la idea del mono brazo que había visto en algunas Suzuki. O sea, las ruedas fijadas solo de un lado para poder cambiarse rápido. Gomas especiales y un motor atómico que nunca se agotaba. En muchas ocasiones, Sandy rescata a Sálvat de sus problemas, es muy leal y celosa, pero muy obediente, Aunque su cerebro robot tiene programas que no siempre son del agrado de Sálvat y suelen contradecirlo. Para la segunda serie de Salvat que en historietas se verán dentro de mucho tiempo, dibujé muchas viñetas que aquí pueden ver.
Quiero añadir a modo de confesión, que hubo dos obras que
actuaron de sopa inspiradora antes de hacer el primer boceto sobre Sálvat. Una
es una película clase B, tal vez sea mejor usar una letra más alejada de la A
en el abecedario. Pero bueno, a mí me gustó mucho. Se trata de Warrior of the
Lost World. Una versión muy pobre de Mad Max pero con un motociclista en una
era posterior al holocausto global. Hay mutantes, un régimen dictatorial,
parias, esclavos fabriles y sabios con poderes síquicos. En la misma época me
prestaron una revista Skorpio donde leí un unitario guionado por el gran
Ricardo Barreiro y dibujada por otro grande, Juan Giménez. Se trataba de
SILVER, una historia sobre ejércitos de motos en el futuro con un toque
sentimental. Creo que es una de las mejores historias que leí. Sumado a esto un
poco de rock and roll o heavy rock y la fórmula para la serie estaba medio
cocinada. Al final es muy entretenido dibujar motos. Este es un breve entremés
mientras preparo el tercer episodio de Sálvat en historietas.
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