Al adaptar un relato a otro medio después de
muchos años desde su primera aparición es un acto emocionante. Se recuerdan diálogos
y situaciones. Uno se da cuenta que ha cambiado y que seguramente los
personajes también. Aparecen nuevos interrogantes, cosas que no se habían pensado
pero que estaban ahí, esperando que uno reuniese más experiencia para salir. Eso
es lo que me pasó cuando tomé el cuento Nómada. Volví a ver a Sálvat como un
niño preadolescente junto a su hermanito Dlanki y a los Nómadas. A Ahnloc y a
Sombra. Una cosa es hacer la descripción en el cuento. Uno lo tiene definido en
la mente, o eso cree. Porque al ponerse con el papel y el lápiz se descubre que
detalles muy efectivos en palabras tienen otros resultados en la gráfica. Con todo,
supe mantenerme fiel a los objetivos. Aquí pueden ver unas nuevas páginas del
comic de Sálvat, la historia continuará…
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